Todas nuestras noches (Spanish Edition) by Maximiliano Pizzicotti

autor:Maximiliano Pizzicotti [Pizzicotti, Maximiliano]
La lengua: spa
Format: epub
editor: VRYA
publicado: 2021-01-20T03:00:00+00:00

La librería

Si hay una sola cosa que odio de trabajar en una librería esa es cuando los clientes spoilean libros para tratar de impresionarme.

–¿Y el primero de este autor lo has leído?

En su mayoría son hombres de mediana edad, a veces en sus cuarenta y tantos. Usualmente solteros o con un matrimonio insatisfactorio. Con bigotete.

–A ver... –finjo como si quisiera tener idea de cuál libro está a punto de arruinarme este degenerado–. Mmm, no. No lo conocía.

–¿Cómo no? Si es best seller –Y obviamente todo lo best seller es literatura de calidad. Cincuenta Sombras de Grey por ejemplo–.

Igual es más para hombres lo que escribe. No creo que te guste.

–Claro –asiento haciéndome la tonta, cansada de que quieran encasillar ciertos libros según el género de su público. Sobre todo cuando son viejos nefastos como este que piensan que porque soy mujer no puedo leerme algo de Stephen King o Juego de Tronos.

Sí, es cierto, puede que hoy me haya levantado con un poco de mal humor, pero, en mi defensa, ya he lidiado con este tipo de clientes por casi un año y los conozco bien. Que sea lunes y no haya dormido la siesta tampoco ayuda a la ecuación.

–Bueno, como te decía –prosigue el experto–, en su primer libro cuenta como fue perder a su hija. En ficción y con sus metáforas obviamente. La historia va de un asesinato, ¿sabes? Encuentran muerta a una nena de seis años... –A este punto dejo mis ojos clavados en su cara así, como a él le gusta, y me pongo a divagar mientras el degenerado me cuenta torpemente la trama del libro.

Finjo un poco más de interés cada vez que lo noto alzar la cejas esperando que me sorprenda hasta que finalmente concluye–: y bueno, no te voy a contar el final pero...

ADIVINEN QUÉ HACE A CONTINUACIÓN:

A) Deja de acorralarme contra la estantería de clásicos.

B) Deja de acorralarme contra la estantería de clásicos Y lleva el libro hasta la caja de una vez por todas, lo compra, se frota las

manos, me guiña el ojo y se va con la idea en mente de que quedé encantada con sus conocimientos de literatura española. O...

C) Me cuenta el final.

– ... resulta que el asesino de la nena fue el propio padre.

Sus ojos se ensanchan buscando captar el momento justo en el que explota mi sorpresa y yo, como buena empleada del mes (que no soy, pero aspiro a ser) cumplo sus deseos mandándome una actuación digna de un Globo de Oro.

–¡No lo puedo creer!

–Sí... Después al final explica el autor que lo hizo simbólicamente porque él sintió que la muerte de su hija fue por culpa suya,

¿sabes?

–Pero mira que cosa... –¡Dios! Preferiría estar lamiendo un ladrillo–. Y ahora me imagino que te vas a leer ese. Es el nuevo según tengo entendido.

Acá es donde empiezo mi serie de maniobras profesionales para que este ser hediondo con aires de Don Juan me deje de mirar las tetas, saque esa billetera de su culo y se dirija hacia la caja con un libro bajo la axila.

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